ERMITA DE LA VIRGEN DEL SOTO

Monumentos

Situada dentro del término municipal, data del siglo XVIII y tiene planta de forma de cruz latina conamplio crucero y cabecera recta.

En las afueras del pueblo y cruzando el río Aragón se localiza la ermita de la Virgen del Soto, construida entre 1739, año en que se solicitó el oportuno permiso y 1759 en que se trasladó a la titular a la nueva ermita.

La ermita tiene forma de «u» latina con amplio crucero y cabecera recta con el coro alto a los pies y camarín hexagonal tras la capilla mayor al mismo nivel del templo.

En el interior sus cubiertas de medio cañón con lunetos están totalmente decoradas con pinturas de 1775: que otorgan al conjunto una espectacularidad ajena a otras obras de este tipo en Navarra.

En el retablo mayor de la Ermita de la Virgen del Soto en Caparroso existe un camarín que aloja la talla de la Virgen del Soto, de tamaño algo menor que el natural.

Es una magnífica escultura de comienzos del siglo XVII, todavía de concepción romanista, sobre todo por su compacto bloque y abundantes telas de plásticos pliegues lanosos y curvos así como por los tipos físicos de María y el Niño Jesús. Éste, con la típica anatomía robusta, a pesar de su cuerpo infantil, y componiendo un esquema de claro abolengo miguelangelesco y manierista en la caída de la cabeza y del brazo.

La Virgen aparece de pie en «contrapposto» sosteniendo en sus brazos al Niño Jesús dormido, de desnudo bellísimo, mientras lo mira con una ternura realmente insólita en el Romanismo navarro y que hace de esta talla una de las obras más entrañables y destacadas del mismo. La ternura también se aprecia en otros gestos de María, como en la delicada manera con que sostiene uno de los pies del Niño, que acaricia maternalmente con su mano derecha.

El esquema está basado en la Virgen de Aoiz, obra de Juan de Anchieta, pero presenta la originalidad del Niño dormido, rasgo más de acuerdo con el naturalismo del siglo XVII. Por todos estos motivos, cabe considerar a esta escultura como una de las obras más inspiradas de Juan Bazcardo, cuya autoría es indudable. El buen efecto de la imagen se ve realzado por una excelente policromía de la época, con primorosos motivos decorativos en manto y túnica.

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